Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes
políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar
una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer
coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla
es la tarea asignada en los actuales Estados totalitarios a los
Ministerios de Propaganda, los directores de los periódicos y los
maestros de escuela. Pero sus métodos son toscos y acientíficos.
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